Desde aquel entonces entiendo este deseo, en los márgenes de la luz, del calor y de la brisa que se nos filtran en la habitación a través de la cortina... Entendimiento que nos roza hasta el alma, de naturaleza franca aparece el esbozo de un beso entre tus labios... incrédulo y disimulado lo busco y lo encuentro junto a la letanía de nuestra timidez, como niños caprichosos y malcriados llegamos al cénit del sentimiento, tuyo y mío... sólo nuestro.
Con insuperable envidia y en el fondo del cuadro, vislumbramos el libre camino, el que nos lleva a un lugar lleno de horas para dos. Y así, aparece un reloj en dónde el tiempo no corre, pero tampoco se detiene, ni a favor ni en contra, lo aceptamos con cierto orgullo, sin reservaciones... Desdibujamos nuestras ropas, sobre el vaivén de las sábanas y echamos el alma a volar a la luz de aquél momento en la habitación... único... Lo demás es y será historia.
Por Anuar A. Farcug
@AnuarFar
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