Hasta ese día mi vida había sido tan normal como fatídica en muchos aspectos. Todo fue como un cuento o una historia, la de mi inconsciente, siempre tratando de idealizar un momento y que por fin encontré ese día. No recuerdo si fue coincidencia, destino o simplemente yo busqué, claro que me guío más por la tercer idea ya que yo tuve la inciativa.
¿La hora exacta? 17:05 horas ¡válgame Dios! Siempre he sido bueno con el tiempo y no es raro, me exijo recordar toda fecha y hora importante en mi vida. 40 minutos antes de aquél acontecimiento tomé las llaves del coche y olvidé un saco, ya que esa tarde hacía frío, de ése que te cala hasta los huesos. Con un poco de nerviosismo al volante por fin llegué a mi destino ¿Qué tan lejos o cerca estaba de mi casa, de mi mente y de tantas cosas? Ahora sé que no está tan apartado como pensaba, cada vez que regreso se me hace más corto en distancia y en muchos aspectos conmigo mismo. En mi mente han cambiado varias ideas desde ese día, un tanto mágico e inesperado.
Puedo decir que he disfrutado cada instante. Una huella está dejando en mi y es algo bueno, me ha gustando mucho hasta el momento. Bien dicen que si algo puede salir mal, saldrá mal; pero si algo está destinado a salir bien, saldrá bien. Creo que a la Ley de Murphy le hace falta la segunda aseveración y me quedo con ésa, es cuando uno tiene que buscar por todos lados que así suceda... me encuentro en ese proceso y no me quejo. No me queda más que decir: ¡Gracias por todo!
Los dejo con estas palabras ya que estoy cansado, sigo con hambre... cenaré lo que encuentre en el refrigerador de mi casa y leeré un rato un gran libro que se encuentra en mi mesa de noche junto a media cajetilla de cigarros (Marlboro Fresh, sí, me están gustando también). Se los recomiendo: Título, La República... autor, Platón. Es una excelente obra de la cuál hablaré próximamente. Ya no me duele el estómago, eso es bueno y tan bueno que no me importa la hora para comer algo ligero.
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